La aduana de Santo Domingo se termino por amor

Leyenda de México. Se cuenta que la construcción de este edificio se hizo por el amor de un noble y rico caballero a una mujer bella de alto linaje. Fue a principios del siglo XVIII, don Juan Gutiérrez Rubín de Celis, ella doña Sara de García Somera y Acuña parienta del Virrey Marqués de Casafuerte. Don Juan vivía en la corte de la Nueva España, un noble y rico Coronel del Regimiento “Tres Villas”.

Pertenecía a la nobiliaria Orden Militar de Santiago, era respetado y gozaba de distinciones en las altas esferas sociales y nobles del Virreinato. Vivía don Juan en medio del lujo mas grande de suntuosidad refinada, nunca andaba a pie, si no en su carrosa forrada de seda, vestido con la elegancia mas costosa de aquella época.

Se cuenta que en el año 1716 la toma de posesión del gobierno por el Marques de Valero llevaba tal cantidad de joyas sobre su traje, los bordados del casacón eran perlas, no se calculaba el valor de sus cadenas, sortijas, broches en el sombrero, de puro oro y brillantes. No era de extrañar que este hombre era apático para todo lo que se le encomendaba a pesar que tenía el cargo de Prior del Consulado un nombramiento honroso del Virrey.

Don Juan no era joven pero enloqueció de amor

Y pasión por la doncella doña Sara de García Somera y Acuña ella dudaba en hacerle caso al enamorado por el carácter especial que tenía, eran tantas las promesas y juramentos que le hacía el a ella, que en el año 1741, doña Sara, que si correspondía el matrimonio pero con una condición, que concluyera las obras en 6 meses, del edificio de la Aduana que se había empezado años antes y ahora abandonada.

Extrañado, pero el amor es poderoso don Juan sacudió su flojera, aceptó, puso manos a la obra sin escatimar gasto alguno, no encontró ningún arquitecto que se comprometiera en el plazo fijado y él se convirtió en el director de la obra de aquella fabrica.

Hizo traer negros para que trabajen de día y noche alumbrando con teas encendidas, distribuyo entre todos los canteros de la ciudad las piedras que habían que labrar, al mismo tiempo cientos de carpinteros construyeran, puertas y ventanas, bastidores, vigilando todo, él antes un holgazán, descansando apenas unas horas para dormir, de esta manera y constancia tres días antes del plazo que su dama fijó se terminó.

Se puso de gala y fue a ver a su amada

Se puso de gala y en su mejor carro se dirigió a la casa de su amada en un cojín de terciopelo le hizo entrega las llaves del edificio ya terminado y le pidió que cumpliera su palabra.

Doña Sara cumplió, en Agosto de ese año se casó con don Juan, este mando a esculpir sobre un arco del edificio que dice; “ Siendo Prior del Consulado don Juan Gutiérrez Rubín de Celis, Caballero de la Orden de Santiago y Cónsules don Gaspar de Alvarado de la misma Orden y don Luis Serafín chacón, se acabó la fabrica de esta Aduana a 28 de junio de 1731". Dicen que doña Sara puso esa condición a don Juan aconsejada por el Virrey Marqués de Casafuerte.

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