El cordonazo de San Francisco.

El 4 de Octubre es la fiesta de San francisco de Asís es el “Patrono del Tiempo” ese día, antes o después hay un fenómeno natural, un gran rayo que atraviesa el cielo seguido de un trueno impresionante, lloviendo muy fuerte.

Hay una leyenda que cuenta; que el demonio llega a molestar y quererlo lastimar al santo, el deshace su cordón que tiene amarrado en su cintura sobre su hábito y lo fustiga en el aire, al hacer esto el cielo arma el clima para una enorme tormenta y el diablo se va.

El cordón de su hábito, le da vueltas en el aire y el cielo se organiza

Algunos refranes; En esta fechas se oyen truenos en mar y tierra, “El cordonazo de San Francisco le temen los navegante”, Cuando el santo saca su cordón en el mar hay grandes marejadas, el clima se comporta de forma rara en estas fechas, se dice; “San Francisco come por tres, cuando llueve come por nueve, cuando nieva come que quema; y cuando hace buen tiempo muestra los dientes”.

Este mes, espectáculo de aves migratorias que van a lugares cálidos, “Cuando Octubre llega a su fin, los pájaros de invierno están aquí”.

Otra leyenda.- San Francisco se encarga de administrar los aguaceros del año, en Octubre el santo sacude el cordón de su traje para quitar el agua acumulada, al hacerlo el cordón caen las últimas gotas, que caen en la tierra así se termina la temporada de lluvias.

Otra.- San Francisco, se quita el cordón lo llena de rayos y truenos para corregir a las personas que han portado mal.

Otra.- Piensan que él quiere jugar con las nubes del cielo y para que no se moje, las azota con el cordón y les quita el agua.

Templo Orden Tercera San Francisco de Asís

Leyenda de Morelia Michoacán.- Antiguamente en Morelia estaba el templo de la respetable Orden Tercera San Francisco de Asís, gala histórica de arte. En su espacio al pie de sus altares, estuvieron enterrados los restos del cura don Mariano Matamoros héroe de la independencia, suficiente para conservar intacto como homenaje y recuerdo. A lado estaba el panteón que sobresalían los árboles que daban sombra a los sepulcros. En medio de esa arboleda, se alzaba un pedestal cilíndrico, tenía una cruz que en sus brazos una fecha antigua. Al poniente el acceso al panteón un portón, que arriba tenía el escudo de la orden. Al fondo la fachada del templo.

El templo y cementerio se tiró para un mercado

Un coronel pensó que el panteón San Francisco de Asís servía para mercadillo y el templo de la Orden Tercera de San Francisco entorpecía, este hombre acabó con ello de un día para otro. Con el tiempo el mercado pasó al olvido, crecía la hierba y maleza las lianas subían a los muros.

Durante la noche las personas no pasaban por las ruinas al dar las 8, se oían lamentos, veían sombras de frailes salidos de su tumba, escuchaban voces heladas como si alzarán los sepulcros.

Había un cantinero barrigón que usaba anteojos negros y un gorro rojo que tapaba su calva. En la trastienda se reunía con el coronel y cuatro camaradas para platicar y tomar unas copas, sin faltar los albures, por ay de las dos de la madrugada salían bamboleándose hacia sus casas. El famoso coronel atravesaba las ruinas para llegar más rápido a su casa.

Una noche caía una lluvia torrencial, vientos de tormenta, truenos y rayos, las calles inundadas, el coronel y amigos decidieron no salir de la trastienda hasta que pase el vendaval. Se oyó el reloj de la catedral dos de la madrugada, el mal tiempo amainaba solo ya era una llovizna con mucho frio. Los juerguistas se arroparon con sus capas españolas y salieron a la calle, el coronel siguió su camino acostumbrado de las ruinas intransitables por el agua, cruzaba el cementerio y oyó rechinar las puertas del templo de San Francisco que se abría sobre sus bisagras enmohecidas.

Una extraña claridad irradiaba el templo, como si estuviera en llamas

Brotaban del santuario murmullos de rezos, voces gangosas, apareció una procesión de hermanos Terceros con sayales azules con cuerdas blancas, caminaban de dos en dos con velas encendidas en sus manos. Con caras demacradas y amarillas, al final de la procesión un fraile rodeado de una luz, caminando, de sus manos y pies radiaban luz.

El coronel ya no estaba borracho, se arrodillo fuera de sí, espatarrado, vio que los Terceros se acercaban a él y le apagaban las velas en la espalda, el fraile glorioso se detuvo, agarró su cordón grueso y blanco y le pegó al coronel le decía; ¡lo hago por tu bien! El militar quiso llorar y la lagrimas no salieron, quiso hablar y no pudo, quiso pedir perdón cayó al suelo en los escombros mojados.

Al día siguiente cuando el sol salió el coronel despertó pero no volvió en sí, se volvió loco. Después caminaba por las calles de Morelia con su sombrero de ala ancha y paraba a sus amigos y les decía; “¿Me conoces? Yo soy el coronel. Mírame bien, que yo soy aquel a quien san Francisco dio un cordonazo y enseguida se va.

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