Dos nietos de la dueña de una pulquería "El Señor Santiago", esta buena mujer tenía su altar al Santo Santiago y los dos muchachos flojos y borrachos hicieron creer a su abuela que su santo tomaba los barriles de pulque que desaparecían, como era ingenua , todo lo creía. Molesta arriconó y tapó al santo Santiago. A los muchachos se les presentó el santo Santiago en persona.
Leyenda de Mexico. Un barrio, cerca del metro Viaducto había una pulquería famosa “El Señor Santiago”, doña Anastasia una señora mayor era la dueña, esta lo heredó de su padre que le dejaba buenas ganancias, la señora tenia dos nietos que los creció como si fueran sus hijos, pues quedaron huérfanos, estos dos muchachos eran borrachos y flojos, ella se angustiaba con esa actitud de ellos.
Estos jóvenes borrachos, les hacía bromas pesadas a cualquier persona y fueron muchas las quejas que tenía doña Anastasia de sus vecinas y comadres, le aconsejaron meterlos en un internado o ponerlos a trabajar duro. Doña Anastasia era débil, no podía corregirlos, por más que hablaba con ellos.
Doña Anastasia era devota del Santo Santiago, a diario le rezaba sus oraciones para que le ayudara a educar a sus nietos, y mejoraran su comportamiento, también le pedía que siguiera así su negocio, su fuente de ingresos la pulquería "El Señor Santiago".
Uno de los nietos le hizo una broma a su abuela, dentro de la pulquería tenía un pequeño altar, ahí estaba el "Santo Santiago" que los jóvenes le hicieron creer a la abuela que el Santo estaba tomando el pulque de los barriles porque se gastaba rápidamente, los muchachos se los regalaba a sus amigos, igual que ellos, flojos y borrachos.
La abuela extrañada que el Santo le hiciera esa jugarreta, como era muy ingenua doña Anastasia molesta agarró un manto y tapó la figura de San Santiago y lo arrinconó por ahí. Los nietos se reían de ella que creía todo lo que inventaban. En la tarde se fueron a tomar en casa de un amigo y volvieron a comentar lo de su abuela que había tapado con un manto a su adorado santo.
Empezó a caer la noche y los nietos se dirigieron a la pulquería, querían seguir bebiendo, cuando llegaron las luces estaban encendidas, les extraño, pensaron que al empleado se le olvido apagarlas. Los jóvenes tomaban, cuando las luces se apagaron, uno de ellos fue por veladoras que sabía donde las guardaba su abuela, encendió la veladora y regresó con su hermano y vieron correr a alguien en el negocio.
-¿Quién anda ahí?- nadie contestó. Los muchachos se asustaron pensaron que era algún ladrón, pero con la luz de la vela no veían nada, de momento regresó la luz y juntó a ellos estaba sentado en una silla, en persona, el Santo Santiago mirándolos fijamente.
Los hermanos se asustaron y gritaron, no pudieron pronunciar palabra como estaban ebrios y muertos de miedo. El Señor Santiago ha venido hacer justicia dijo, el santo.
Los jóvenes le pedían perdón arrepentidos se hincaron ante el señor Santiago este les hizo jurar que le contarían toda la verdad a su abuela y para pagar sus errores trabajarían en el negocio sin tomar una sola gota.
Al día siguiente, confesaron todo a su abuela y se pusieron a trabajar, hubo un cambio repentino y nunca más se les volvió a ver tomados. Si va por el barrio de Santiaguito, tal vea la pulquería El Señor Santiago, los nietos le hicieron un altar especial y a diario le ponen flores frescas por el recuerdo de lo que pasó aquella noche.
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