El Pirata Fermín Mundaca

Enloqueció de amor y vagaba por las playas en noches de luna, hasta llegar al poblado para ver de lejos a su amada, lloraba su soledad en un jardín lleno de flores que el mismo hizo para ella, pasó los años se fue encorvando se dejó enfermar y murió. El pirata se escondió en la isla para salvarse de la horca. Hizo su propio epifafio. A la doncella, le ofrecía regalos costosos, nunca los aceptó.

Leyenda de Isla Mujeres. El pirata Fermin Mundaca de Marechega.-Se cuenta; que la Trigueña era una joven adolecente de 15 años de nombre Prisca, aunque otros dicen, que era Martiniana, sus padres un español Juan Tomas Gómez y Tomasa Pantoja de Dzidzantún Yuc. Llegaron a Isla Mujeres como otros yucatecos en esa época buscaban refugio en las islas para no ser sacrificados por la cruenta de la guerra social desde 1847 y por más de 50 años estremeció a la península.

Él se escondió para salvarse de la horca

El pirata Fermín Mundaca de Marechega era originario de la zona limítrofe entre España y Francia, agricultor, comerciante, pintor y tratante de esclavos, se refugio en Isla Mujeres 1860 después de haber adquirido su fortuna con la venta de esclavos desde Africa hacia Cuba, para que trabajaran en los campos de azúcar.

Se refugio en Isla Mujeres después de haber enfrentado a la armada Británica en 1858. Un hombre recio, sombrío, que después de décadas insistía en reconquistarnos, se creía un ser superior al que todos le debían rendírsele pleitesía, por eso los isleños le temían al grado que nunca se acercaban a su hacienda ni cuando él viajaba al viejo continente.

Los isleños cuentan que el pirata un hombre mayor de 51 años, cuando vio a la Trigueña, muchacha de ojos verdes, piel bronceada y cuerpo escultural, se inundó de ardiente pasión que lo llevó a una locura de amor.

El pirata era contrabandista le ofrecía regalos costosos a la doncella

La cortejaba, pero ella nunca le hizo caso lo ignoraba, le dijo, que iba hacer una obra arquitectónica dedicada a ella. En el arco que marca la entrada de la hacienda llamada “Vista Alegre” Mundaca esculpió su figura en altorrelieve, vestida con elegancia a la moda europea, con mucha ropa que apenas se le ven los pies, está ella en posición sedente sosteniendo un ramo de flores, dentro de un altar, como toda una reina. Fue grande el amor que inspiro al maduro galán, su pasión por la joven dedicó tiempo, dinero y esfuerzo.

La trigueña nunca aceptó a Mundaca por la gran diferencia de edades. Al terminar la construcción el pirata le ofreció la grandeza de su hacienda sin lograr convencerla de que fuera a vivir a su lado. De nada le sirvió que Mundaca construyera con sus propias manos (pues nadie quería trabajar para él, era un déspota), una finca tan grande en un lugar pequeño como Isla Mujeres, cada detalle de su obra era dedicado a su amada, y la Trigueña termino entregando su amor a otro, un isleño que hacía de Juez en Isla Mujeres, con él tuvo varios hijos. El pirata Mundaca talló puertas y bancas con su nombre en dicha hacienda y pensando en su muerte talló su piedra sepulcral con los símbolos del pirata, la calavera con los huesos cruzados.

El pirata hizo su propio epitafio

En el viejo cementerio de la ínsula aún se conserva la tumba vacía, de gran tamaño hecha de piedra fina en la parte superior una campana reposando en la losa, el pirata hizo su propio epitafio, el texto reza; por un lado,“ lo que tu eres , yo fui” y de otro;” lo que yo soy, luego serás”, al frente “ ruega por nosotros”. Las tres frases, que para que la joven isleña reflexionara en su significado “yo también fui joven”, “tu también envejecerás”, si mi amor y tu desdén fueron pecados digamos al Gran Arquitecto del Universo “ ruega por nosotros”.

Se cuenta; que el pirata murió en la ciudad de Mérida, donde se dice que aun se encuentra enterrado. Que el pirata decía; que vivir sin amor no es vivir, enloqueció de amor caminaba en las noches llorando por un amor imposible, un amor platónico.

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