En los pueblos mayas del estado de Quintana Roo, en la selva, habita Juan del Monte, así le llaman. La gente comenta que hay que cuidarse de él, que no hay que hacerle caso cuando lo escuches al entrar a la selva, pues hace que te pierdas, te encamina a kilómetros monte adentro, imitando la voz de un ser querido y haciéndote seguir ese llamado. Es el viento que habla.
A pancho, un niño maya de siete años, siendo muy vivaz, lo mandó su mamá doña Justina quién siempre usa hipil y un gran lazo rojo adornando su cabello, le pidió que le llevara la comida y pozole a su papá que estaba en los potreros, no muy lejos, pero es en el monte.
Sin embargo el caminaba donde él sabía, en una vereda del camino oyó la voz de su papá que le decía “aquí estoy pancho, ven por acá”, el oyó claramente los cascos del caballo que tenía montado su papá, según él, estaba siguiendo el ruido del trotar del caballo, y de vez en cuando Juan Del Monte gritaba con la voz de su papá “aquí estoy sigue caminando”.
Pancho nunca lo alcanzó, no llegó al potrero de donde el papá nunca se movió, ni tampoco a su casa, se perdió en el monte. Posteriormente su papá don Homobono lo fue a buscar y cuando lo encontró, él estaba por otro lado completamente.
Que hace, Juan del Monte, "aguas" imita a las personas conocidas o familiares del que esta caminando en la selva, cuando lo oyes, dices, ¿Pues aquí estas? ¿Eres tu?, ¿Donde estas? ¿Sigo caminando por esta vereda?, Juan del Monte sutimente te lleva a sus dominios a la selva.
Los ancianos del pueblo, dicen que cuando desaparece un niño en el monte y nunca lo encuentran, este niño regresa muchos años después como el mejor curandero -brujo de la región, dicen, que Juan del Monte y los aluxes lo cuidaron y enseñaron toda la magia.
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