La china Hilaria, una hermosa mujer que vivía en el Barrio de Triana ahora “Encino”, corría 1866 era entrona y coqueta, pasaron eventos sobre su persona. Había una pulquería famosa en el Barrio de Triana, su nombre “Pulquería de las Chinas” lo atendía 3 hermanas bonitas que no se dejaban de nadie, Micaela, Andrea e Hilaria, todos las respetaban.
Leyenda de Aguascalientes. La pulquería estaba en el centro del barrio, sus clientes más frecuentes los viejos de las guerras de Reforma e Intervención, mucha camaradería rememoraban contando anécdotas.
“La pulquería de las chinas” un cliente asiduo era el bandido famoso Juan Chávez le decían el “terror de Aguascalientes” así como sus compinches sus “capitanes”, Bueyes Pintos, Pantaleón el Cuate y el Chato Góngora, varios escándalos hicieron en la pulquería, ellas se parecían a estos hombres cuando ellos se iban de viaje, se cuenta que salían a saquear a los viajeros.
Ellas vestidas de hombres, amarraban a sus víctimas para robarles, después en otro lado se cambiaban, se ponían sus vestidos elegantes y se comportaban como unas verdaderas damas.
Era sábado de gloria, las chinas con la guitarra tocaban y cantaban las mañanitas en la pulquería reunida con los amigos, al calor de los pulques, los asistentes contaban sus hazañas y aventuras.
Blas, bebía y observaba a los relatores, tenía dos personalidades en su juicio, “serio de pocas palabras”, pero con tragos, “era a todo dar”, cuentero, “le ponía mucha crema a sus tacos”, tenía una libreta llamada “chistera” podía estar horas leyendo sus chistes a la concurrencia.
Él pidió permiso a Hilaria que fue señora de Pantaleón el Cuate para contar un relato de este;* “Cómo todos ustedes saben, mi amigo Pantaleón fue uno de los ayudantes del coronel Juan Chávez y por lo mismo estaba acostumbrado a excederse de lo lindo y gastar hasta las yeguas, para darle gusto a su preciosa china Hilaria que portaba las más finas telas para sus ropas y era la envidia de todas las mujeres, más por el donaire con que las llevaba y su hermosura”.
Blas siguió hablando; cuando mataron a Juan Chávez 1869 el 15 de Febrero, Pantaleón entendió que ya no podía darse la gran vida, solo pensar que tenía que trabajar lo deprimía, pensaba que su china ya no iba a tener sus buenos rebozos ni sus franelas de castor, le atormentaba la idea que ya no podía fanfarronear en las cantinas como antes.
Se le enchinaba el cuerpo en pensar en trabajar, ya era imposible la vida de salteador pues su jefe ya había muerto. Todos sus compinches del jefe y su viuda sabían que él tenía un tesoro guardado.
Juan Chávez ocultó su tesoro en una cueva del Cerro de los Gallos, Pantaleón decidió ir por el tesoro acumulado por los asaltos de Juan ya que también era de él, pues era su compinche.
Pantaleón antes del amanecer, salió para el Cerro de los Gallos volteaba a cada rato, para ver que nadie lo seguía, llegó al cerro recorrió todas la cuevas, vericuetos del lugar, pero nada.
Llegó la noche, se sentó y se quedó dormido, escucho con una voz de ultratumba que le dijo; El famoso tesoro de Juan Chávez no existe, es inútil buscarlo, pero él podía hacerlo muy rico y seguir con la vida de desorden que le gusta. A cambio, que le diera trabajo todos los días porque se fastidiaba y el día que no pudiera, tenía que entregar su alma.
Pantaleón supo enseguida que era el demonio, si no aceptaba se iba a morir de hambre, no sabía trabajar y perdería a su hermosa mujer la china Hilaria, acepto el pacto. Pantaleón bajando el cerro, toco sus bolsillos estaban llenos de oro y se puso feliz. Llegó a su casa y le dijo a su señora que era muy rico, que encontró el tesoro de Juan Chávez su futuro era bueno.
La china Hilaria era ambiciosa, no estaba convencida pero estaba contenta, hablo con sus hermanas ya para cerrar el negocio y salir a pasear, a las otras no les pareció sentían que la pulquería era muy divertida.
Pantaleón desayunaba y le dijo la sirvienta que un hombre lo vino a ver, se dio cuenta que era el diablo por el trabajo, Pantaleón le pidió que vaya a comprar la hacienda que estaba cerca de la cantera, siempre quiso tener una propiedad. En la tarde se presentó con los papeles para que firmara Pantaleón que lo acreditara dueño de la propiedad.
Todos los días por la mañana se presentaba aquel hombre, le dijo que hiciera una delimitación del terreno que le llevaría mucho tiempo, le pidió que sembrara flores, después que sembrara frutas, después que haga una presa, que hiciera canales de irrigación.
Cosas lógicas y absurdas todo lo hacía, sus deseos eran cumplidos por el demonio. Pantaleón estaba triste se le veía abatido, callado hasta su pelo se le empezó a caer, se le quitó el hambre.
A la china Hilaria se preocupó como estaba su marido, una noche vio como lloraba Pantaleón aquel hombre valiente, ella lo zarandeo y lo obligó que le dijera que pasaba- el tesoro de Juan Chávez era mentira le contó el pacto con satanás y le tenía miedo-.
La china Hilaria lo escuchó y soltó una carcajada -¿Porque no me dijiste el trato con el demonio?- , Duérmete,- desde mañana yo me encargo de darle trabajo, trabajara toda su vida o que se largue para siempre-.
Pantaleón pensó que su mujer estaba loca, no durmió toda la noche viendo que su mujer, bien que descansaba. A la mañana llegó, y la china le dijo que Pantaleón estaba enfermo y que ella se encargaría del trabajo de él y que lo esperara un momento, la china Hilaria se cortó, un largo chino de su pelo y le dijo -“mi marido dice que mientras sana que cepille este cabello hasta que quede bien lacio”-.
“-Dígale que al rato regreso-” con risita se fue el demonio. En la calle estaba tratando de transformar en alambre el cabello, era inútil tardó horas, regreso a la casa para avisar que al día siguiente lo llevaba alaciado. Pasaron días el hombre no regresaba, Pantaleón se sentía tranquilo, sabía que regresaba cualquier día por trabajo eso lo hacía temblar.
Pasaron años, Pantaleón y la china Hilaria sentados en su hacienda a las orillas de un arroyo, vieron al diablo sentado tratando de estirar el cabello, gritaba -Ya mero termino- y la china le mostraba su enorme cabellera.- “Dese prisa que le faltan muchos por alaciar”-
El diablo vio la cabellera de Hilaria aventó el cabello que tenía en la mano, ¡Me doy por vencido, aquí se termina nuestro pacto! La china y Pantaleón se abrazaron eran ricos y se quitaron al diablo de encima.
Pasó el tiempo, como no trabajaban solo gastaban, empezaron a quedar pobres, Pantaleón murió y la china atendía la pulquería.
La gente que conoció la audacia de la mujer, cuando alguien se pasa de listo dicen; “Hijo de la china Hilaria”
*Leyendas y mitos de México.
Compiladora.-Sandra Garíbay Laurent
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