Leyenda inglesa. Corría 1420, un Domingo se Resurrección toda las personas de Washington en el condado de Durham Inglaterra, aligeraban para ir a misa, menos John Lambton, un joven libertino heredero del Castillo Lambton, este muchacho evitando ir a la iglesia, se fue a pescar en el rio, ignorando la desaprobación de los habitantes que lo veían ahí en el rio. Toda la mañana y ningún pez atrapo.
El mal humor salió y maldijo a gritos su mala suerte. Enseguida tembló el rio, Lambton sintió que algo fuerte jalaba la cuerda, lo sacó del agua, no era un pez, tenía forma de una serpiente, con piel negra y viscosa, alzo la cabeza y lo miro, que el joven desenvuelto se aterrorizó con su pesca, tenía cabeza de dragón y rostro de demonio, de largos dientes en forma de agujas, apestaba un fluido que le salía en unos orificios como branquias.
Lambton lo que vio fueron sus ojos, lo miraba sin hacer nada, que todos sus pecados empezaron a bailar en su memoria en una oscuridad maligna. Quería deshacerse enseguida de esa criatura y cerca de ahí un pozo, así que la lanzó sin más.
Como persona cambió el joven, buscaba redención de sus fechorías anteriores, es más se fue a la tierra sagrada, dejó su Castillo y su pueblo. Lambton no lo sabía, su cautivo creció en los confines del pozo, se desarrollo haciéndose fuerte, más grande y más poderoso.
Una mañana, la gente del pueblo, vio un rastro brillante extraño, que estaba desde el pozo hasta una montaña cercana.
Las personas siguieron la marca y vieron algo terrible, un horrible dragón tomando sol, un vapor salía de su hocico que mataba las hojas de los árboles que estaban junto. El espeluznante reinado de horror de la Serpiente de Lambton, arrasó el campo verde de Washington, devoró ganado y niños pequeños.
Convirtió el pueblo en prisioneros, encerrados en sus hogares, desesperados siguieron una antigua costumbre de un dragón de antaño, le dieron leche para tomar, le gustó, calmaron al monstruo.
Un abrevadero se llenó de leche, en el patio del castillo, desde ahí la serpiente lo veía y bajaba a tomarla a lengüetazos, pero al otro día, que no había la bestia arrasaba con el pueblo, los hombres ordeñaban las vacas solo para el dragón, la leche.
Algunos habitantes intentaban matarlo con sus espadas, cuentan, que alguien la logró cortar, que se volvía a unir sus partes, era una bestia irascible.
Pasaron algunos años, hasta que Lambton regresó y horrorizado al ver a la nefasta serpiente, enseguida fue a buscar el consejo de una bruja, le dijo; que solo mataría a la serpiente con una armadura especial, que este llena de cuchillas afiladas en toda la superficie de la armadura y que vaya al frente del rio donde había salido, nada más que la serpiente haya muerto, él tenía que matar enseguida, al primer ser vivo que se le presente enseguida.
Su linaje y nueve generaciones, no morirían en su cama. Lambton mandó a poner clavos en su armadura y emprendió la batalla, con un rápido y ligero manejo de espadas, la serpiente salió del rio Wear. La serpiente lo agarró, cuanto más lo apretaba cortaba su cuerpo con las cuchillas filosas, con la espada la despedazó. Así acabó la serpiente de Lambton.
El joven regresó al Castillo, venció a la bestia, permaneció la maldición. Su padre al ver que su hijo sobrevivió al encuentro, fue el primer ser vivo que lo abrazó, John Lambton palideció si quería garantizar su descendencia tenía que matar a su padre. No lo hizo. En lugar mató a su perro fiel que el quería mucho, pensando que este sacrificio fuera suficiente. Nueve generaciones, cada heredero tiene un final trágico.
Esta leyenda inglesa tiene mucha fuerza todavía en el folclore británico.
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