El flechador del cielo llamado así por su puntería

Las personas veían triste al Flechador del Cielo, nunca había estado así, nadie sabía de su sufrimiento, no era una flecha de batalla de esas que ganó, ésta herida era de flecha de amor, por esta herida ya no cantaba se le fue la voz.

Leyenda de Querétaro.- Andaba con los ojos perdidos, quien lo veía no lo reconocía. Él, de los fuertes brazos, carácter fuerte, el de la inteligencia clara, se sentía vencido.

El cenzontle y el venado lo veían que iba a la cima de la montaña y ahí lanzaba su flecha hacia arriba como quisiera clavar su flecha al cielo, el tecolote también lo había visto, Ilhuicamina, el Flechado del Cielo iba a la cima de la montaña a sentarse en una roca a pensar, con la mirada hacia arriba, cerraba los ojos y pensaba en su amor Citlalixóchitl (Estrella Flor).

No le permitían casarse con él.

El padre no quería esa unión porque era flechador y guerrero, así pasaba la noche sin dormir en la cima de la montaña. Ihuicamina y Citlalixóchitl se vieron a escondidas, le habló del miedo que le tenía a su padre.

Ellos se preguntaban ¿Por qué ocultarse? Solo querían ser compañeros de vida, ella le dijo;- busquemos un solución, hablemos con el-. Se encaminaron al Sendero de la serpiente Luminosa a la casa de ella para hablar con el padre, llegaron por la tarde.

El señor lo recibió con desconfianza escuchando que querían unirse, hablaron con claridad y firmeza que el señor no encontró salida y dijo; se hará lo que dicen, se unirán con una condición; “Ihuicamina, eres flechador y guerrero oye esto bien, deberás clavar una flecha al corazón del cielo lo tienes que herir hasta sangrar.

Cuando lo logres regresas y se unirán.

Y no me opondré, lo que pedía el padre era mucho, los enamorados lo sabían, se dieron fuerza no dejaron que el odio llenara sus corazones, pusieron su inteligencia y voluntad. El padre de ella sabía que el enamorado nunca podría herir al cielo.

Pero con curiosidad veía que a diario subía a la cima de la montaña, lanzaba sus flechas, desde el amanecer hasta la noche, pasaban los días y no lograba nada.

Pasaron muchas lunas, lo vieron cansarse pero no perdía su voluntad, flecha tras flecha no alcanzaba al corazón del cielo.

Una tarde que todo parecía perdido.

Los pájaros graznaron ruidosos, venados corriendo, los árboles y hiervas se estremecieron, la gente gritaba.

¡El Sol se hincha! ¡Está sangrando el cielo! ¡La sangre pinta la montaña!¡.La montaña tiene sangre!.

El padre queda pasmado, pegado al piso, no lo creía, el cielo se pintaba de un rojo encendido, para él Ihuicamina hizo sangrar al cielo. Lo mandó a llamar y le dijo; que él quería lo mejor para su hija, que no le guardara rencor, eres hombre de fuerte voluntad que no se vence.

Acepto que se unan, desde entonces volvieron las flores y cantos, la leyenda cuenta; que los pájaros anuncian en las tardes que en espíritu Ihuicamina y Citlalixohitl están subiendo a la cima de la montaña para tirar con su arco su flecha hacía arriba, lo clava al sol muere el día, nace la noche.

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