El hombrecito le ofreció hacer el puente en una sola noche a cambio de su alma y este era el mismísimo demonio.
Leyenda de Durango.- En las cercanías de la ciudad de Durango hay una hacienda que se llama Navacoyán el nombre proviene de “Nahuacoyán” es “nahua” significa aborigen de pueblo azteca y “coyan” lugar.
Se sitúa a la izquierda del Rio del Tunal a la falda oriental de la colina donde se encuentran unas cavernas, hay evidencia que ahí hubo un centro cavernícola.
La dominación española se arraigó en la comarca, uno de los gobernadores de “Nueva Vizcaya” entendió la necesidad de tener comunicación con los pueblos agrícolas de cada lado del rio cuya corriente era difícil sobre toda cuando era época de lluvia.
Mandó a construir el puente en Nahuacoyán, contrató a un albañil que era muy abusado y competente, debería entregar la obra en un día determinado, si pasaba de esa fecha solo se le pagará la mitad del valor de la obra de mano.
El contratista empleó a los mejores trabajadores que conocía y procedió a trabajar, pero tres días antes que terminara el plazo vino una corriente muy fuerte que arrastró el puente, que solo faltaba algunos detalles. El albañil desesperado, se alejó, era la noche se fue a sentar en la cima de la colina en un estado de angustia extrema, perdió el trabajo hecho, no se le pagaría y su prestigio como buen contratista del lugar se borraría.
Con sus pensamientos entrada la noche sintió que el viento le volaba el sombrero, que ese aire se volvía más fuerte y se arremolinó junto a él, agitándose en círculo con hojas secas, de ahí salió un hombrecito de 30 cm. de altura se puso frente al contratista y le preguntó; ¿Qué tienes?—no tiene caso contarte, no puedes remediar nada- El hombrecito dijo,” Pruébalo. en este mundo no hay nada chico, lo más insignificante de pequeñez tiene su grandeza”.
Le contó lo que pasaba y el otro le hizo un trato, que él le iba hacer el puente, en una sola noche a cambio de su alma, el albañil se dio cuenta que era el mismísimo satanás, pero como estaba muy angustiado y le halagaba entregar el puente, el día que había dicho el gobernador, le dijo que lo pensaría y que al otro día le resuelve.
El hombrecito desapareció en un remolino de viento y el contratista se bajó de la colina y se fue a ver el malogrado puente, ahí se la paso caminando dando vueltas, la noche siguiente sube nervioso a la cumbre del cerro y se le presento el enano,- le ofreció su alma si construía el puente-, cosa que el albañil dudaba.
De manera inesperada vino una tormenta terrible y en medio de la oscuridad una hecatombe se produjo en el río. Al amanecer la lluvia se disipó y toda la gente maravillada veía el puente terminado y encima el cadáver del albañil.
Levantaron al muerto para llevarlo con sus parientes que se encontraban en la hacienda, apenas dieron unos pasos con el cadáver vieron como vino un remolino de viento se los quitó elevándolo con fuerza alejándolo de ellos, dejando a todos con la boca abierta a los que lo llevaban.
Se reunieron los trabajadores y fueron a buscar en el monte el cadáver del contratista a ver donde cayó, todo fue inútil nunca lo encontraron.
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