A más de la media noche a la mitad de la calle se levantaba una gran hoguera a su alrededor bailaban espíritus maléficos y brujos nahuales. El Callejón de la Danza o La Cueva de los Nahuales está situada junto a lado del mercado de la Merced. Era le época de los virreyes en la Nueva España la gente sentía mucho temor al pasar por unas calles la que se atrevía transitar les costaba la vida.
Leyenda de México.-Corría el siglo XVIII, en estas calles tenían lugar unas danzas infernales, bailadas por espíritus maléficos en torno de una hoguera levantada en la mitad del callejón, estos brujos eran los nahuales, las brujas de caras pintarrajeadas, daban gritos estridentes, cubiertos sus cuerpos de plumas con uñas encorvadas.
Armando un concierto de gritos que les causaba pánico a los vecinos, tales espectros entraban a las casas a robar niños y niñas que sustraían de sus cunas sin que nadie pudiera evitarlo, las madres de aquellos niños desaparecidos pedían justicia, pero nadie veía a los fantasmas que cometían esos crímenes.
Un soldado llamado Simón que figuraba en las cuadrillas de los virreyes este joven valiente se propuso investigar. Es más el párroco de la iglesia les dijo a sus feligreses que cuando pasaran por aquella calle “Cueva de los Nahuales” pasaran corriendo, rezando y haciendo la señal de la cruz.
Simón se puso su capa colocándose dos pistolas y para que no se rajara se tomó dos tragos de aguardiente, se deslizó entre los muros de las casas contiguas al callejón pegándose a ellos se acercó, viendo que la danza estaba en su apogeo y no había nada de fantasmas, sino hombres y mujeres con caretas sucias en los rostros y mantos con plumas, bien borrachos gritaban y saltaban.
Simón de un salto entro en medio de aquel aquelarre con la espada desenvainada disparó al aire y aparecieron los soldados y hasta los vecinos ayudaron en el ataque cuando vieron que no era nada del otro mundo.
Siendo personas de carne y hueso se fueron a los calabozos del Santo Oficio, se registró las casuchas donde vivían encontraron a los niños desaparecidos muertos de hambre les servían para pedir limosna en las calles.
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Leyenda de México Era la época del siglo XVIII en esta calle se establecieron muchos comerciantes se le llamaba el callejón de Tabaqueros ahí se trabajaba los cigarros, también el sobrenombre del callejón de los muerteros, porque
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