Una madre que maltrató cruelmente a sus hijos, cuando crecieron la abandonaron, ella después se arrepintió por sus pecados. Quería ir al Vaticano a pedir perdón a Dios, sino iba, se sentía que estaba condenada. Un sacerdote, le dio de penitencia, que pidiera cinco centavos en la calle para juntar, si alguien le da más tendría que darle su cambio. El espectro pide cinco centavos.
Leyenda de Mexicali, en el centro de la ciudad hace muchos años una señora vivía con sus cinco hijos, la señora era famosa por maltratarlos, los insultaba y les daba sus palizas que en una ocasión dejó cojo a su hijo, eso creó desapego maternal originó que cuando crecieron los hijos la abandonaran a su suerte, se casaron los muchachos se fueron a otra ciudad tratando de estar lejos de aquella mujer que se decía madre.
Después de vivir en soledad muchos años empezó a tener remordimientos se sentía culpable por sus acciones, fue a la iglesia y se confesó con el sacerdote, la mujer hablaba y el padre se sorprendía de las crueldades que les hizo a sus hijos; eran muchos los pecados para absolver sus males, no era suficiente rezar, que debía ir al Vaticano para pedir perdón a Dios, de lo contrario estaría condenada el resto de su vida y también después de muerta.
Confundida por la penitencia le dijo al sacerdote que no tenía dinero para realizar el viaje; el religioso le dijo; pide limosna, solo debes aceptar monedas de cinco centavos, si alguien bondadoso te da más le tendrías que devolver el cambio con toda pena. En ese momento saliendo de la iglesia empezó su misión, a diario se sentaba en la puerta de la iglesia a pedir dinero, la gente se sorprendía que ella rechazaba dinero de más valor, por ese motivo fue llamada “la señora del cinco”. Después de muchos años no lograba juntar el dinero para ir al viaje, hasta que lo reunió, pero enfermó y murió.
Un señor caminaba frente a la iglesia vio a una viejecita humilde portaba un velo en la cabeza, ella se acercó al señor y dijo; ¿me puede regalar un cinco? — no tengo pero tome la moneda de 20,- ,-ella se descubrió la cara y molesta le reviró-.-¡ no pedí veinte centavos, pedí cinco!, ¡lo maldigo!.
Aterrado el señor se echó a correr su rostro era una calavera. Esa noche cambió la cuidad, las personas relataban esa aparición, aquellas gentes que le daban monedas distintas a la cantidad que ella quería, eran maldecidas al poco tiempo estas morían en accidentes, perdían la razón, se lesionaban de por vida entre otras tragedias. Los pobladores ya no salían a la calle sin su cinco centavos en su bolsa, dentro de las casas ya tenían preparado un frasco de monedas de cinco centavos se decía, que el espectro tocaba puertas; ¿no me regala un cinco?
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