Las Agapitas leyenda de Aguascalientes

Aun hombre de edad le dieron posada parecía un señor de campo, pagaba puntualmente su asistencia. Su patrón de este hombre amazó una gran fortuna, la ilusión de su jefe era regresar a España para vivir como rico, pero el dinero lo hizo en la Nueva españa y el era el cuidador de su riqueza. El lugar era limpio y se comía variado. Al ver el tesoro Jose enloqueció.

Leyenda de Aguascalientes, En el siglo XII en la Villa de la Asunción habían mesones para los forasteros y caballerizas para caballos y mulas con agua y pastura.

Se ubicaba el mesón de Las Agapitas ahora calle Juárez, lo atendía mamá e hija con el mismo nombre, y 3 hermanos José, Salvador y Antonio, y con ese trabajo se ganaba para sobrevivir.

El lugar era limpio y se comía variado y sabroso, la dueña cobraba barato

Un día llegó al mesón un hombre de edad, como de 70 años, de cabello chino labios gruesos, canoso, nariz chata pidió posada para él y su burro, Doña Agapita vio con recelo al forastero pero lo aceptó en el mesón, por su ropa parecía un hombre de campo, cargaba con una correa en el pecho bolsas de mecate, rollos de papel y una mochila, el hombre hablaba poco, pasaron seis días y seguía en el mesón casi no salía de su cuarto, pasaron meses y “silencioso” así ya le llamaban se volvió el mejor huésped; no reclamaba, pagaba puntualmente con monedas de oro, a doña Agapita le daba alegría pero seguía con recelo.

Una mañana el “silencioso” no bajo a comer

Y le extraño a doña Agapita el señor era muy puntual con sus alimentos, mando a su hijo para ver que pasaba, lo encontró enfermo, no levantaba la cabeza se quejaba de dolor de estomago y respiraba con dificultad. El joven avisó a su mamá quien le aplico toda clase de remedios no mejoró y José se convirtió en su enfermero, una noche el señor agonizaba, le contó su historia haciéndolo depositario de sus bienes materiales que tenía a su cuidado; le contó que muy joven trabajo con una familia española en Zacatecas que amasó una gran fortuna.

La ilusión del patrón, regresando a su país España, vivir como “maharajá” disfrutando del dinero que ganó en la Nueva España, pero su esposa murió repentinamente y el hombre no quiso trabajar más, un día le dijo al negro, después de mi hijo tu eres como mi hermano y confío en ti, ya que no puedo llevar conmigo mi riqueza lo enterramos en el Cerro de los Gallos ahí ocultaremos el oro y la plata, lo vas a cuidar voy a venir por ella, se realizó el trabajo muchos días y de noche, para que nadie se diera cuenta, me hizo depositario de la fortuna nos despedimos con un abrazo de amigos mi patrón se fue y yo me quedé esperando su regreso. Le contó que vivía como ermitaño cerca del tesoro, pero últimamente se sentía enfermo por eso vino a Aguascalientes, y fue recibido con afecto aquí en el mesón el “silencioso” le pidió a José que cuidara del tesoro del señor González que algún día regresara por ella. Y que le dijera al señor González que tomó lo indispensable para vivir.

Hizo que José le jurara que cumpliría lo que le pidió, solamente podría tomar algunas monedas necesarias para vivir, no más. El negro le entregó a José un mapa del lugar y desde lejos lo cuidara, le regaló el burro y esa noche falleció el mozo del señor González. Se le hizo su entierro, pero José estaba inquieto a nadie le dijo lo del secreto. Por las noches estudiaba el mapa que el negro le dejó. José, una mañana le dijo a doña Agapita que iba a San Juan de los Lagos, tomó el burro el mapa y se fue, llegó a la falda del Cerro de los Gallos dio vuelta al rÍo de San Pedro casi en la cumbre vio la meseta, encontró un pino y a los 20 metros una hilera de nopales al final de estos una tapa de fierro con tornillos grandes, lo destornilló, abrió la tapa y bajó en escalera un túnel, llegó a una puerta la abrió y una escalera que bajaba y se encontró dos cuartos de metro y medio cercados con puertas de fierro, las llaves pegadas una de bronce y la otra de fierro, la de bronce había monedas de oro y la otra monedas de plata.

Al ver el tesoro José enloqueció

Se llevó todas las monedas que pudo, cargándolo el burro, llegó al mesón y dijo que accidentalmente encontró un tesoro.

Las Agapitas cambió, se convirtió en un hotel de lujo, doña Agapita y su hija se dedicaron a la vida social, tenían servidumbre, su vida cambio de toda la familia.

Una día José estaba borracho les conversó a sus hermanos Antonio y Salvador el secreto de “silencioso” aprovechando su ebriedad revisaron su cuarto y le robaron el mapa y se dirigieron al Cerro de los Gallos, pasaron varios días y los muchachos no regresaban. José, recordó que no había visto los planos, y le contó el secreto a su mamá. José desesperado fue por ellos solo encontró las mulas, de sus hermanos no volvió a saber de ellos, José quiso localizar el tesoro y no pudo,

La tragedia de las Agapitas corrió, José se volvió loco, doña Agapita y su hija abandonaron el mesón y nadie supo el rumbo que tomaron.

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