Una hermosa joven de buen corazón, ayudaba mucho a los necesitados y enfermos, era de las que se desprendía de sus cosas, para que otros se ayuden, se enamoró de don Martín y él estaba loco de amor por ella, este sujeto no permitía que ningun galán pase cerca de la casa de ella, era tan hermosa, que casi a diario había un muerto cerca de donde vivía Beatriz, ella lo amaba con pureza.
Leyenda de México. Calle de la Quemada ahora es la 5a calle de Jesus María. Se Cuenta, que sucedió en el siglo XVI año 1550, la capital de la Nueva España, llegó a estas tierras un rico Español de la Villa de Illescas, Gonzalo Espinosa Guevara, se trajo gran fortuna que el caballero hizo con negocios, minas y encomiendas
Pero si su riqueza era grande, era mayor la hermosura de su hija de 20 años de edad, su alma toda bondad, gustaba de amparar a los enfermos curar a los apestados, ayudaba mucho a los necesitados, lo hacía en España y continuó la practica aquí en la Nueva España.
Se cuenta, que ella al ir a Texcoco, vio en su camino a un gran número de personas muy pobres demandando limosna, ella les dio todas sus joyas que llevaba puestas para que las vendieran, y así remediaran alguna necesidad.
Muchos fueron los caballeros de alto linaje que la visitaron, la pretendían, pero ella prefirió a un italiano noble, don Martin de Scúpoli, Marqués de Piamonte y Franteschelo que conoció en una fiesta dada por el Virrey don Luis de Velasco.
Don Martin tuvo problemas con otros rivales, adoraba a su amada además que era de extraordinaria belleza, por nada ni por nadie hubiera permitido que se casara con otro que no fuera él. El enamoramiento de Piamonte fue tan fuerte que se oponía que transitaran hombres cerca de la casa de su amada, no faltaron caballeros con hombría que salieran a relucir las espadas por la doncella doña Beatriz.
Al amanecer siempre se hallaba un hombre muerto o herido por la hoja toledana del Marqués. Beatriz amaba aquel hombre, por su galanura, por las frases ardientes de amor que le decía, de una manera intensa, lo amaba de una pureza fuera de lo vulgar, soñando a ideales de perfección, humanos y corporales, pero don Martín sentía el amor diferente, loco por la belleza de Beatriz esta se sentía, acosada, atormentada.
Para ella, no le gustaba que su amado la quiera por sus encantos físicos, y decidió estar fea, que la ame por su alma no por su cara bonita; una noche despachó a todos los sirvientes y no estaban sus padres se encerró en su cuarto puso la imagen de Santa Lucia para que le diera valor.
Y con un bracero con mucha lumbre realizo su hazaña, se quemo el rostro hubo lamentos, gritos de dolor, olor a carne quemada, ella se desmayó, en ese momento entraba a la casa Fray Marcos de Jesús que era su confesor, la auxilió y le preguntó que había ocurrido y le explicó los motivos, que ya con el rostro horrible, Don Martín ya no la celaría y terminaría los duelos a muerte de la calle y la ayudó a sentarse, con los ojos hinchados desfigurada.
El religioso fue en busca de Piamonte y supo todo, el caballero fue a verla, ella sentada en un sillón, su rostro cubierto con un velo negro manchado de sangre descubrió el rostro y no retrocedió, se quedó apenado viendo sus mejillas sonrosadas eran huecos abiertos que escurría sanguaza, los labios bellos era una rendija horrible. Ella supuso que Don Martín la rechazaría, pero no, el se arrodilló ante ella y le dijo; frases de ternura verdaderamente amaba a la mujer, Doña Beatriz la amo por sus cualidades morales, es buena y generosa, noble y su alma grande, en cuanto llegue su padre la pediré como esposa.
La boda de Beariz y del Marqués de Piamonte fue en el Templo de la Profesa, ella al llegar al altar se cubría el rostro con un tupido velo blanco para evitar la morbosidad de la gente, después cada ves que salía a la calle siempre con su esposo cubriendo su rostro con un velo negro, consiguiendo la felicidad que pocos obtienen. Por este suceso se llamó la calle de la Quemada
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