No entendía porque su mujer se enredó con ese esperpento.- Leyenda de México. Se cuenta que por al final del siglo XVIII en los años 1794, un comerciante de España de nombre Alonso Fernández de Bobadilla vivía en una lujosa mansión, distinguiéndose por su insolencia y pedantería, era esposo de una mujer muy bonita, doña Isabel de la Garcide y Tovar, hija de un conde.
Y por eso, tenía importancia en el gobierno. La abundancia de lujos que rodeaba al matrimonio, mucha servidumbre que atendía a las grandes fiestas que organizaban, pero el señor de la casa poseía muy mal carácter que eso motivaba que su mujer lo tratara fríamente, doña Isabel de cara perfecta y cuerpo curvilíneo también era arrogante.
Una tarde don Alonso sentado en un sillón en su despacho viendo algunos papeles oyó un ruido afuera, se levantó y acechó por la ventana que daba a unos jardines y vio un papel doblado en el suelo ahí tirado, salió y se quedó con él; cuando estuvo a solas lo leyó, en el cual daba todos los detalles de los amores que tenía su esposa doña Isabel con un licenciado de apellido Lara, Fiscal del Tribunal De la Inquisición.
Celoso y humillado dudaba de estas acciones, tenía que comprobar primero si era verdad antes de ejecutar su venganza, le dijo a su esposa que se iba de viaje por un negocio urgente y que no lo esperara unos días; envuelto en su capa y tomó con un cuchillo muy filoso, lo guardó entre sus ropas.
Durante la noche se puso a vigilar su casa y en efecto vio al hombre que esperaba, enseguida lo reconoció esquelético y encorvado no entendía porque su mujer lo engañaba con ese esperpento, deslizándose para su casa, don Alonso con una escalera entro al balcón de su esposa entró y vio que el licenciado besaba con deleite los brazos de su amada y le ponía en su mano, una pulsera de oro incrustado en piedras preciosas .
Ese momento don Alonso le clavó el puñal en el corazón mientras la mujer adúltera gritaba perdón, del pelo la agarró, salió de la casa y fijando el brazalete con el mismo puñal en el zaguán, don Alonso desapareció. Desde esa época, la calle le empezaron a decir la calle de La Joya.
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