Tradición milenaria maya.- el Ok´ha es una ceremonia muy antigua e importante en los pueblos de Quintana Roo, se practica después del nacimiento de la criatura con un ritual sagrado o religioso entre padres e hijos.
Antiguamente el apadrinamiento se hacía entre los mismos padres del niño y sus progenitores. Se cuenta, que en tiempo pasados a unos meses del nacimiento de la criatura, el futuro papá caminaba a casa de sus padres para pedirles el apadrinamiento del niño, como lo marcaba la tradición maya.
Cuenta un anciano maya, el joven papá va camino a la morada de sus padres y lo primero que hace, antes de entra a la casa, es saludarlos con cortesía y reverencia, mientras que su progenitor lo admite mediante un ritual y después le otorga el consentimiento.
El joven y su esposa entran a la casa de paja, se acomodan sillas o hamacas para entablar la habitual platica en su lengua materna, hablan de cosas cotidianas que ocurren en el pueblo, del trabajo, la milpa nunca abordan de inmediato sus intenciones del bautizo del niño, sería ir en contra de sus costumbres.
La plática se centra en otras cuestiones, como el cultivo del maíz, el chapeo de la milpa, la cacería de animales silvestres entre otras cosas, después viene un silencio total, se pone de pie el hijo hace una leve inclinación y reverencia ante su padre y pronuncia “ki tán yumil, tata”, diciendo eso el joven se arrodilla delante su padre y este a su vez asume una actitud seria, llena de religiosidad, hace la señal de la cruz, junta las manos, las besa y el hijo hace lo propio; con la cabeza baja pronuncia una letanía en español y maya que incluye a la Virgen María.
Es un ritual hermoso y ancestral para la familia, donde los dioses son los dueños absolutos del momento divino en el que la familia maya se envuelve en un ritual sagrado.
El “tsikil tán” (dialogo ameno) culmina entre padre e hijo, se le consulta a la madre quien ha permanecido expectante a esta tradición, dice; “tech a woje” (tú lo sabes). El hijo se pone de pie saluda con un ritual e inclina la cabeza pronunciando en lengua maya “ki tán yumil tata”. Se despide.
Los abuelos pasan por los padres de la criatura van al centro ceremonial maya, donde las autoridades eclesiásticas esperan bautizar a éste y a otros menores vecinos del rumbo.
Según la costumbre, el padrino se dirige al santo patrono y platican, llegado el momento se ponen de pie con la presencia del padre del niño, quien a su vez se coloca a la derecha del patrono, dando inicio los primeros rituales del bautismo y la recomendación de dirigirse al “jefe de la plaza”.
Que esta al costado de la iglesia habla con el general, teniente, lo que sea pero el jefe y le explica el motivo de su visita. El jefe de la plaza autoriza la legalización de la misa religiosa. Por la madrugada van camino a la iglesia maya en la misa de Ok´ha, y con el niño en brazos la madrina lleva un pañal nuevo y el padre tres velas, antes de entrar a la iglesia, al cabo de guardia le entregan un rico atole de maíz y pepita molida.
Al llegar a la iglesia la puerta está custodiada por guardias con largos y flexibles bejucos en las manos, las familias se quitan los zapatos y entran con un saludo religioso para escuchar la misa y al concluir los familiares y padrinos se acercan a una parte que se llama la “Gloria”-una enorme casa construida con material de la región, adentro hay varias varas de madera donde está el altar, un lugar celosamente reservado para los sacerdotes mayas y custodiado por los guardianes -.
Escuchan en silencio una explicación en lengua maya sobre los consejos y deberes que se reciben con motivo del bautizo. El abuelo toma al niño y la abuela lo envuelve con el pañal decorado con bordados de colores se le acercan al patrón de los santos quien a su vez con una jícara llena de agua bendita, donde se ha remojado hojas olorosas de albahaca y ruda, le moja la cabeza al niño en tres ocasiones, le pone sal en la boca y luego lo bendice.
Con respecto a las tres velas, una la entregan al santo patrono y caa uno de los progenitores encienden las suyas y se hincan a rezar encomendando al k-yum (Nuestro señor) al cuidado y protección al niño, una vez concluida la ceremonia, el guardia reparte a los presentes el atole elaborado de maíz, comenzando con el santo patrono, el jefe de la plaza y todos los de ahí reunidos.
Los mayas cumplían con una de sus ancestrales tradiciones, el bautismo. En ese tiempo lo hacían sin la presencia de sacerdotes católicos.
Recopilación de datos de Manuel Cen Balam, de la zona maya.
(Manuel Vázquez Rivero)
Diario Por Esto! Pag. 14 sección Yucatán 5 de Junio2016
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